La enorme campaña de márketing que los laboratorios Merck y GlaxoSmithKline, fabricantes de la vacuna contra el cáncer de cuello de útero, llevan a cabo para promover dicha dolencia y el uso de dicho remedio está convirtiéndose en el asunto de salud que más atención ciudadana despierta. No es para menos pues como ya comentábamos en una anterior información las dos compañías se han embarcado en un proyecto mundial de expansión del miedo para obtener cuantiosos beneficios de Gardasil y Cervarix, marca de las vacunas. Durante las últimas semanas muchas personas críticas con este preparado desean conocer más argumentos para decidir si aplicársela a sus hijas o no. Y eso es lo que de nuevo nos convoca y nos seguirá convocando en estas páginas. En medios sanitarios ha pasado desapercibida una carta que envió el oncólogo Javier Herráez al director de la revista Discovery DSalud y que fue publicada en dicha revista en septiembre pasado, en su número 108. Este profesional sanitario desgrana con sutileza la publicidad sobre la vacuna que puede encontrarse en los centros públicos de salud y obtiene afiladas conclusiones, que no deberían pasar desapercibidas.
Cuenta Herráez que un buen día llegó al centro médico en el que trabaja y vio un montón de folletos en recepción sobre los que le explicaron que los había dejado allí “alguien de un laboratorio”. Se trataba de un folleto color naranja expandible cuyo título era: “¿Has oído? El cáncer de cuello de útero se puede prevenir”. Y en un texto más pequeño: “Consúltalo con tu médico”. En él se veían dibujos de mujeres, una de ellas hablando con una niña “muy delgadita”. En la parte baja de la primera hoja ponía: “Información importante sobre el cáncer de cuello de útero para niñas y jóvenes. Fundación MD Anderson Internacional, AEP [Asociación Española de Pediatría] y SEGO [Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia] (con los correspondientes logotipos)”.
El resto del folleto se dedicaba a hablar del cáncer de cuello de útero pero sin nombrarlo ni justificar lo que intentan promocionar. “Ya se encargarán, supongo, de promocionarlo entre todos los médicos de la AEP y SEGO”, escribía Herráez. “Lo lamentable –continuaba este médico- es que la principal intención de ese folleto es inducir el miedo. ¿Cómo? Pues con palabras del estilo de “La amenaza del…”, “Aunque las citologías periódicas pueden ayudar desgraciadamente mueren 40 mujeres al día en Europa…”, “Este virus se transmite muy fácilmente de una persona a otra”. Pero la que produce más vergüenza es esta: “Toda mujer que se infecte con el Virus del Papiloma Humano está en peligro de desarrollar este cáncer”. ¿Toda mujer? Basta leer en las fuentes médicas que la asociación entre la infección por el Virus del Papiloma Humano y el cáncer de cuello de útero es de carácter epidemiológico y se justifica por “criterios de causalidad”. Y lo que la gente corriente no entiende –ni al parecer muchos médicos- es que eso no significa que tal relación se haya probado científicamente. Por eso sólo puede considerarse a ese virus un mero “factor de riesgo” y no un factor “etiológico”. Ahora bien, un “factor de riesgo” sólo indica que el mismo puede ser causa del problema o coadyuvar a él… o no”.
Lo que explica Javier Herráez es que un factor de riesgo no es una enfermedad. El negocio del miedo se basa en fabricar enfermedades, en asustar a la población hasta hacerla creer que está enferma. Y si no se consigue, al menos que se vacune “por si acaso”. Continúa este médico preocupado por la salud pública: “Lo singular es que en ese folleto –por no decir panfleto o pasquín- caen en su propia trampa cuando al intentar meter miedo dicen: “El 70% de hombres y mujeres entrará en contacto con el virus. Afortunadamente en el 90% de los casos el virus se elimina de forma natural”.
Es decir, que según ellos mismos sólo se infectaría un 10% del 70% de mujeres. Es decir, el 7% del total. Ahora bien, los datos oficiales indican que la tasa de incidencia en España del cáncer de cuello de útero es del 0,0072%. En otras palabras, lo sufren 7,2 de cada 100.000 mujeres. Resumiendo: dicen que de cada 100.000 personas en España entran “en contacto” con el virus 70.000 y que de ellas sólo el 10% resulta infectada porque no lo supera de forma natural. Es decir, se infectan 7.000 de cada 100.000 mujeres. Y como quiera que según sus propios datos la incidencia del cáncer de cuello de útero en nuestro país es del 0,0072 (o lo que es lo mismo, afecta a 7,2 de cada 100.000 mujeres) ello implica que sólo terminan padeciendo cáncer menos de una de cada mil infectadas. Tales son los datos oficiales. Y esa proporción de 1.000 a 1 es la que se alega para decir que existe un claro nexo de causalidad. ¡Alucinante! Me pregunto cómo con tan peregrina justificación hay médicos que se atreven a recomendar a los padres de miles de niñas que las vacunen”.
Llama la atención, como comenta el autor de la carta, que pese a ser un “panfleto” promocional de una vacuna no se cite en ningún momento el nombre de la misma. Lo lógico sería citarla hasta la saciedad pues en teoría es lo que se está vendiendo ¿no? Si el laboratorio no está vendiendo la vacuna ¿qué es lo que vende, qué pretende con ese mensaje publicitario?: “Al no mencionarse el nombre el laboratorio no puede ser denunciado. Lo que no está en cambio tan claro es que no puedan serlo los médicos que ingenuamente receten la vacuna si tiene efectos secundarios en sus pacientes infantiles”, argumenta Herráez.
El oncólogo concluye su escrito denunciando “otras dos mentiras más de ese papelillo con logotipos varios: la primera es que en él se dice textualmente que “a diferencia de muchos otros cánceres el cáncer de cuello de útero no es hereditario” cuando eso es falso ya que la inmensa mayoría de los cánceres no son hereditarios; la segunda es que el cáncer de cuello de útero “siempre está causado por el Virus del Papiloma Humano” cuando eso nadie lo ha demostrado jamás. Claro que por eso en este caso el laboratorio ni siquiera firma lo que reparte entre los médicos. Se cubre las espaldas. Y es que todo esto es puro negocio”. Javier Herráez no está solo en su crítica al negocio de la vacuna contra el cáncer de cuello de útero. Ni mucho menos.
Cuenta Herráez que un buen día llegó al centro médico en el que trabaja y vio un montón de folletos en recepción sobre los que le explicaron que los había dejado allí “alguien de un laboratorio”. Se trataba de un folleto color naranja expandible cuyo título era: “¿Has oído? El cáncer de cuello de útero se puede prevenir”. Y en un texto más pequeño: “Consúltalo con tu médico”. En él se veían dibujos de mujeres, una de ellas hablando con una niña “muy delgadita”. En la parte baja de la primera hoja ponía: “Información importante sobre el cáncer de cuello de útero para niñas y jóvenes. Fundación MD Anderson Internacional, AEP [Asociación Española de Pediatría] y SEGO [Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia] (con los correspondientes logotipos)”.
El resto del folleto se dedicaba a hablar del cáncer de cuello de útero pero sin nombrarlo ni justificar lo que intentan promocionar. “Ya se encargarán, supongo, de promocionarlo entre todos los médicos de la AEP y SEGO”, escribía Herráez. “Lo lamentable –continuaba este médico- es que la principal intención de ese folleto es inducir el miedo. ¿Cómo? Pues con palabras del estilo de “La amenaza del…”, “Aunque las citologías periódicas pueden ayudar desgraciadamente mueren 40 mujeres al día en Europa…”, “Este virus se transmite muy fácilmente de una persona a otra”. Pero la que produce más vergüenza es esta: “Toda mujer que se infecte con el Virus del Papiloma Humano está en peligro de desarrollar este cáncer”. ¿Toda mujer? Basta leer en las fuentes médicas que la asociación entre la infección por el Virus del Papiloma Humano y el cáncer de cuello de útero es de carácter epidemiológico y se justifica por “criterios de causalidad”. Y lo que la gente corriente no entiende –ni al parecer muchos médicos- es que eso no significa que tal relación se haya probado científicamente. Por eso sólo puede considerarse a ese virus un mero “factor de riesgo” y no un factor “etiológico”. Ahora bien, un “factor de riesgo” sólo indica que el mismo puede ser causa del problema o coadyuvar a él… o no”.
Lo que explica Javier Herráez es que un factor de riesgo no es una enfermedad. El negocio del miedo se basa en fabricar enfermedades, en asustar a la población hasta hacerla creer que está enferma. Y si no se consigue, al menos que se vacune “por si acaso”. Continúa este médico preocupado por la salud pública: “Lo singular es que en ese folleto –por no decir panfleto o pasquín- caen en su propia trampa cuando al intentar meter miedo dicen: “El 70% de hombres y mujeres entrará en contacto con el virus. Afortunadamente en el 90% de los casos el virus se elimina de forma natural”.
Es decir, que según ellos mismos sólo se infectaría un 10% del 70% de mujeres. Es decir, el 7% del total. Ahora bien, los datos oficiales indican que la tasa de incidencia en España del cáncer de cuello de útero es del 0,0072%. En otras palabras, lo sufren 7,2 de cada 100.000 mujeres. Resumiendo: dicen que de cada 100.000 personas en España entran “en contacto” con el virus 70.000 y que de ellas sólo el 10% resulta infectada porque no lo supera de forma natural. Es decir, se infectan 7.000 de cada 100.000 mujeres. Y como quiera que según sus propios datos la incidencia del cáncer de cuello de útero en nuestro país es del 0,0072 (o lo que es lo mismo, afecta a 7,2 de cada 100.000 mujeres) ello implica que sólo terminan padeciendo cáncer menos de una de cada mil infectadas. Tales son los datos oficiales. Y esa proporción de 1.000 a 1 es la que se alega para decir que existe un claro nexo de causalidad. ¡Alucinante! Me pregunto cómo con tan peregrina justificación hay médicos que se atreven a recomendar a los padres de miles de niñas que las vacunen”.
Llama la atención, como comenta el autor de la carta, que pese a ser un “panfleto” promocional de una vacuna no se cite en ningún momento el nombre de la misma. Lo lógico sería citarla hasta la saciedad pues en teoría es lo que se está vendiendo ¿no? Si el laboratorio no está vendiendo la vacuna ¿qué es lo que vende, qué pretende con ese mensaje publicitario?: “Al no mencionarse el nombre el laboratorio no puede ser denunciado. Lo que no está en cambio tan claro es que no puedan serlo los médicos que ingenuamente receten la vacuna si tiene efectos secundarios en sus pacientes infantiles”, argumenta Herráez.
El oncólogo concluye su escrito denunciando “otras dos mentiras más de ese papelillo con logotipos varios: la primera es que en él se dice textualmente que “a diferencia de muchos otros cánceres el cáncer de cuello de útero no es hereditario” cuando eso es falso ya que la inmensa mayoría de los cánceres no son hereditarios; la segunda es que el cáncer de cuello de útero “siempre está causado por el Virus del Papiloma Humano” cuando eso nadie lo ha demostrado jamás. Claro que por eso en este caso el laboratorio ni siquiera firma lo que reparte entre los médicos. Se cubre las espaldas. Y es que todo esto es puro negocio”. Javier Herráez no está solo en su crítica al negocio de la vacuna contra el cáncer de cuello de útero. Ni mucho menos.
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