29/12/2008
Cuando se agotan las palabras retóricas de paz, llega la tormenta de sangre y fuego a arrasar la razón. Y cuando los vengadores de Jehová ejercen su labor en el campo de sacrificio militar, en el suelo quedan esparcidos, en trágico racimo, los constantes muertos civiles. Las bombas no saben distinguir y los que las arrojan tampoco quieren hacerlo. Quienes ordenan la lluvia de azufre prefieren la sangre caliente de la conmoción. El golpe mortal de la represalia: quinientos ojos palestinos por cada ojo israelita es la escala sionista de la ley del Talión. La disputa electoral por el poder en Israel está en las manos de los rabinos más rabiosos. En busca de esos apoyos ultraortodoxos, los candidatos a las elecciones de Febrero se disputan los méritos de una solución final en Gaza. Una vez más, nada tiene de extraño lo que está pasando en estos momentos se Palestina. Desde el mismo momento de su fundación como Estado, los sionistas israelíes han adoptado y luego profundizado la doble condición de víctimas/verdugos. Aunque pueda parecer un delirio mayúsculo, lo cierto es que, entre los líderes políticos judíos en activo, hay quienes no disimulan su abierta admiración hacia Adolfo Hitler y la eficacía de sus métodos. El progrom no está tan mal si es al árabe a quien se aplica. Así pues, los hijos de Sión se aplican al exterminio programado de vidas civiles, mientras siguen reclamándole al mundo un vínculo incondicional y eterno con la Memoria de su holocausto. Aún y cuando ese victimismo haya derivado en simple y muy rentable coartada, para robar territorios y masacrar a sus habitantes.
Patxi Ibarrondo
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